Friday, February 12, 2010

Crónicas de un pasado.

La abuela



La abuela Francisca había nacido en Colombia antes de finalizar el siglo XIX. Un periodo muy violento de la historia donde el país estaba siendo convulsionado por una guerra civil; la Guerra de los Mil Días ( 1899- 1902), un conflicto armado en la recientemente creada República de Colombia (Incluyendo en ese entonces la Provincia de Panamá) entre el Partido Conservador, el Partido Liberal y sus fracciones radicales.


El factor principal detonante de la Guerra de los Mil Días fué la Constitución de 1886, realizada por la Regeneración Conservadora, a la cabeza de Rafael Núñez, dicha constitución reemplazó el régimen federalista impuesto por la Constitución de 1863 hecha por el radicalismo liberal, y convirtió a la nación en un estado Centralista.

El centralismo provocó un desequilibrio económico en algunas regiones del país, quienes no aprobaban tal constitución. Igualmente los liberales tildaban a la constitución de 1886 como autoritaria, por lo que buscaban una modificación y al no obtenerla decidieron levantarse contra el gobierno central.

En 1899 el partido gobernante Conservador había sido acusado de obtener el poder por medio de elecciones fraudulentas. Esto creó mucha rabia entre la oposición. También había un ambiente político muy hostil. El presidente Manuel Antonio Sanclemente estaba demasiado enfermo para gobernar, creando un vacío de poder el cual fué llenado por su vicepresidente José Miguel Marroquín.


La situación se fué empeorando por una crisis económica causada por la caída en los precios del Café en el Mercado internacional, lo cual afectó principalmente a la oposición, el partido Liberal, quien había perdido el poder.

Los liberales comprendieron que era imposible lograr algo por la vía pacifica y comenzaron a planear la guerra que se convertiría en la más prolongada y devastadora de todas las que se produjeron durante el siglo XIX.

La guerra estalló en Agosto de 1889 y se prolongó hasta noviembre de 1902.

El gobierno tenia muchas ventajas sobre los rebeldes debido a que poseía un ejército nacional, centralizado y moderno, mientras que los insurrectos sólo contaban con armas viejas y el apoyo internacional era mínimo. Los liberales lograron importantes triunfos durante los primeros meses del conflicto pero la derrota de Palonegro, en 1900, lesionó seriamente el ejército rebelde liberal.

En julio del mismo año, José Miguel Marroquín asumió nuevamente la presidencia y los liberales trataron de pactar la paz. El presidente decidió continuar la guerra. En 1902, las tropas rebeldes, comandadas por Benjamín Herrera, invadieron Panamá y el Gobierno, atemorizado, pidió ayuda a los Estados Unidos quién inmediatamente envió tropas a ese departamento, en el que se adelantaban las obras de construcción del Canal de Panamá.

Las tropas liberales, que no podían luchar contra el ejército norteamericano, perdieron la fe en el triunfo y sus líderes se dedicaron a buscar la paz.

En noviembre del mismo año, a bordo del buque norteamericano Wisconsin, el gobierno y los rebeldes firmaron en la Hacienda Neerlandia el tratado de paz. Aunque la guerra no dio el triunfo definitivo a ninguno de los dos bandos, los conservadores continuaron en el poder hasta 1930.

El conflicto afectó seriamente a nuestro país. Cerca de 100.000 personas perdieron la vida y la economía quedó totalmente arruinada. Además, la guerra debilitó al país en momentos en que Estados Unidos se proponía adquirir el Canal de Panamá. Por esta razón una de las más graves consecuencias de la guerra de los mil días fue la separación definitiva de Panamá y la pérdida del canal interoceánico que se estaba construyendo.

En su novela Cien Años de Soledad, el famoso y galardonado Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez , describe la participación de uno de sus habitantes del pueblo ficticio de Macondo, el Coronel Aureliano Buendia, en el conflicto de la Guerra de los Mil Días.

También en su novela “ Memoria de Mis Putas Tristes ” el escritor colombiano identifica la muerte del padre del protagonista de su novela con las las siguientes lineas: “Murió en su lecho de viudo el día que se firmó el tratado de Neerlandia, poniendo un fin a la Guerra de los Mil Días”.



Los desastres dejados por la guerra afectaron terriblemente al país, en especial a los campesinos quienes eran los más vulnerables y dependian de sus cosechas para poder subsistir. Los padres de la abuela no fueron la excepción, sufrieron consecuencias devastadoras como todos los de su raza. Habían nacido en el campo y dependían de sus cultivos para el sustento, así lo habían hecho atravéz de muchas generaciones. La guerra solamente les dejó miseria y el dolor de haberlo perdido todo hasta sus seres más queridos.



Fueron épocas muy difíciles de guerras y colonizaciones donde las protestas y las rebeliones populares se reprimían a sangre y fuego. De allí nació la insurgencia campesina como respuesta al sufrimiento y a la desigualdad social. La guerrilla en Colombia no fué inventada por una izquierda que buscaba tomarse el poder. Es mucho más antigua, fue una respuesta popular a la violencia existente de los ricos y poderosos la cual se ha prolongado hasta nuestros días.


Desafortunada mente a la abuela Francisca, Pachita como cariñosamente se le conocía, le tocó crecer en medio de un país arrasado por la violencia y por la descomposición social que había dejado la guerra. Las condiciones de vida que tuvieron fueron muy precarias. Vivía con sus padres en una pequeña casita en el campo hecha de Adobe y Bahareque con techo de guadua y paja, la cual había sido heredada de sus abuelos. No tenían muchas comodidades ni siquiera electricidad. Dormían en camas de guadua sobre colchones duros rellenos de paja. Se bañaban a la intemperie en duchas improvisadas. Un hueco profundo en la tierra; letrina hacia las veces de inodoro. Cocinaban con fuego de leña que recogían del monte, en ollas y utensilios hechos de barro cocido. Durante la noche se iluminaban por medio de velones que ellos mismos habían aprendido a fabricar.




La abuela admiraba con respeto la tenacidad con que sus padres se le enfrentaban a la vida. Ella sabia que la fortaleza y el espíritu guerrero que los caracterizaba lo habían heredado de sus antepasados Quimbayas. No dudaba que por sus venas corría sangre de ésa Cultura Precolombina desaparecida hace siglos; los indios Quimbayas famosos por su habilidad en la construccion con guadua, su exquisita orfebrería y sus valientes guerreros, habían habitado desde tiempos aún no determinados, en la región actual del Eje Cafetero, sobre todo en el actual departamento del Quindio.


Los Quimbayas son los creadores de quizás la más famosa pieza de oro precolombino del mundo: el Poporo Quimbaya el cual reposa en las bóvedas del Museo del Oro de Bogotá, siendo la primera pieza que el Museo tuvo, en el año 1933, y el Tesoro de los Quimbayas, encontrado enterrado en Quimbaya , Quindio a finales del siglo XIX, este tesoro está hoy en el Museo de América de Madrid.

Es entendible entonces el porqué del aspecto de india campesina de la abuela y el orgullo que ella sentía por sus orígenes. Su piel era de tez morena como los de su raza. De estatura muy baja, menuda figura, sus ojos eran negros azabache y sus largos cabellos oscuros como la noche. Su personalidad era muy definida; había heredado el carácter fuerte y la determinación de su padre lo cual la hacían una persona muy segura de si misma.

Desde muy niña fué enviada a la escuela para aprender, allí descubrió el valor tan grande que tenían la educación y el saber leer y escribir. Desde ese momento se propuso ser profesora para llevar educación a los niños del campo. Sabía que ellos representaban el futuro y había que hacer todo lo posible para educarlos. Fue esa la razón fundamental que la impulsó a ser profesora de escuela.

Para ello se entrenó desde muy joven, sacrificando su vida y el hogar donde había morado con sus padres hasta entonces y se marchó al campo con la misión de enseñar a leer y de transmitir todos sus conocimientos adquiridos.



La abuela Pachita logró realizar su sueño y pasó gran parte de su vida enseñando en las escuelas rurales. Para poder desplazarse hasta los pueblos, la abuela tenia que ir cabalgando en su caballo durante largas horas por varios días, muchas veces bajo un sol incandescente o torrenciales aguaceros.

Su labor como Maestra la continuó siempre con entusiasmo aun después de casada y de haber tenido tres hijos.



Ella tuvo dos hermanos menores, una hermana llamada Julia de quién nunca se supo mucho y su hermano Luis quien fué el menor de las dos y del que más recuerdos quedaron porque fué un hombre muy bondadoso, carismático y de una simpatía desbordadora. Tenía el aspecto típico del indio campesino trabajador y bonachón. Sus ojos eran café oscuro de mirada triste. Su estatura mediana, de cuerpo macizo, sus manos y pies eran enormes como los de su raza de indio campesino. Cuando caminaba se desplazaba con tal lentitud como si no llevara prisa. Tenia su piel bien oscura curtida por los rayos del sol. Se identificaba mucho por su manera tan peculiar de vestir, usualmente llevaba puesto traje entero de paño, sombrero, camisa en tono claro y corbata oscura. Calzaba sus pies normalmente con calzado negro de goma, como si fuera un colegial.


Desde niño le gustaba mucho hablar, él había nacido con el don de la palabra. Era un comunicador nato a quien le encantaba entretener a los demás contándoles historias fantásticas. Sus preferidas siempre fueron las de miedo, las que tenían que ver con la existencia de fantasmas del pasado que según él existían y rondaban por ahí. Como la historia que contaba de la Llorona, una mujer quien había perdido a su hijo y se aparecía en las noches llorando desconsoladamente su pérdida. Las contaba con tanta lucidez que todo el mundo se las creía hasta el punto de lograr hacer saltar a más de uno de su silla. Tenía una imaginación excepcionalmente fantástica y una manera de contar historias única. Su tono de voz era muy profundo, hablaba despacio entonando bien cada palabra. Tenía un acento de campesino educado muy diferente a los demás pero muy agradable al oído. Se sabía expresar con mucha naturalidad utilizando un vocabulario muy amplio con el cual llegaba a cautivar el interés de todos sus oyentes.


Fue un ser humano muy sensible, tenía alma de poeta. De su corazón salieron poemas hermosos de amor y de olvido los cuales recitaba en voz alta con tan desgarradora pasión que hacían llorar a cualquiera. Cuando cantaba solía acompañarse con su tiple e interpretaba con sentimiento canciones nostálgicas que le hacían recordar su triste pasado.


Luis trabajó toda su vida como artesano, fabricando en el patio de su casa un delicioso caramelo anisado inventado por él, pero que nunca le produjo dinero suficiente para vivir, ni mucho menos para jubilarse. Irónica y tristemente el tío Luis murió siendo muy anciano en la inopia ; olvidado por todos aquellos a quienes un día ayudó. La única persona que estuvo a su lado hasta el final fue su esposa Graciela, con quién había compartido su vida.



La abuela se enamoró de Manuel cuando estaba trabajando como profesora en una escuela de Antioquia. Fue un amor a primera vista. Había visto pasar a Manuel muchas veces por la escuela y desde entonces se había sentido atraída por su aspecto distinguido de extranjero. Era un hombre muy alto, media como dos metros de altura, de piernas muy largas. Su piel era blanca como leche y sus ojos eran de un azul tan claro como el cielo. Andaba siempre elegantemente vestido de traje azul marino y sombrero.


Sus orígenes familiares procedían de generaciones pasadas de conquistadores Españoles quienes habían llegado a estas tierras durante la época Colonial.

El padre de Manuel, fue educado por sus abuelos siguiendo las tradiciones y costumbres de sus antepasados Españoles.


Fue un Conservador de ultra derecha. Estudio la carrera de Militar como lo había hecho su padre. Combatió en varias guerras, ganó medallas y se hizo famoso en la armada por su espíritu bélico el cual había heredado de sus raíces españoles. Logró el Titulo de Coronel y cuando combatía en la Guerra de los Mil dias fue dado de baja brutalmente por el enemigo. La espada con la que su padre combatió en la guerra fué heredada por su hijo Manuel, quien la conservó durante toda su vida, colgada con orgullo en la pared de su sala.


Pachita y Manuel se casaron muy enamorados, de esa unión nacieron tres hijos : Gustavo, Edilma y Leticia.

Para la abuela quién desde joven había sido una mujer libre e independiente, el haberse casado y haber tenido hijos representaba un obstáculo para su profesión de Educadora.


Sin embargo ella sacrifico la vida de sus pequeños hijos y la de su marido por su libertad y continuó enseñando en los pueblos sin importarle mucho las consecuencias. Actitud que jamás sus hijos comprendieron y nunca fué perdonada.


El abuelo quedó solo al cuidado de sus hijos, frustrado por su abandono y con el corazón lleno de rencor.

El quién procedía de una familia de Militares y estaba acostumbrado a la dura disciplina implantada por su padre, se sentía impotente sin saber como controlar a sus tres hijos quienes se comportaban de una manera tan normal como cualquier otro niño de su edad.



Poco a poco fue perdiendo sus estribos hasta agotar su paciencia y de repente se transformó en el monstruo abusador el cual sus hijos siempre temieron y odiaron toda la vida.


La abuela visitó su familia muy pocas veces. Años después regresó al hogar que una vez había abandonado, pero ya el daño estaba hecho, sus hijos ya no la necesitaban. Sin embargo ella se quedó viviendo en casa al lado del abuelo Manuel hasta el final de sus días.